martes, 10 de marzo de 2015

Despedida.

Aun recuerdo el último cumpleaños que pasamos juntos
 me llenaste la habitación de flores
me compraste mi tarta favorita y me hiciste pedir un deseo
como si creyéramos en la magia.


En aquel momento, hubiera jurado que nosotros
éramos lo más parecido a la magia.



Recuerdo que tenía la sensación de que el tiempo se me escapaba entre los dedos
Y que sople las velas, queriendo que se me siguiera escapando contigo.

Supongo que la inocencia del primer amor es lo que tiene
Que te hace creerte invencible.



Subimos tan alto, tan niños.
Nos quisimos tan mal.
 Tan de verdad.
Que no había otro final
Que no fuera estrellarnos contra el suelo.
Hacernos pedazos.



Ninguno tuvimos la culpa
Te prometo que si pudiera
Borraría todos los reproches
Por un gracias, por haber crecido conmigo.
Por haberme querido, mucho más de lo que merecía.



A veces, el amor no es suficiente para sobrevivir al tiempo
ni a los daños.
No fuimos capaces de ser suficiente.


No sé porque ahora, después de tantos años
Me invade esta necesidad de escribirte todo esto.


Quizás es la necesidad de justificarme por no haber luchado más.
O que el tiempo me ha dado el privilegio de poder recordarnos
Cuando fuimos felices.


A veces, aun echo de menos el sonido de tu risa.
Esa forma tan kamikaze de querer a alguien.


Últimamente, me echo de menos.
Echo de menos la persona que era cuando lo éramos todo.


Supongo, que cuando el “nosotros” murió, una parte de mi también lo hizo.


Quizás por eso escribo todo esto,
 para despedirnos,
para despedirme.





Gracias por la magia.
Y
Los abismos.





1 comentario: